Cuidemos el agua, ¡también cuando nos lavamos los dientes!

A simple vista el agua abunda en la Tierra. Basta con observar sin mucho detalle una imagen satelital para notar que el 70% de su superficie se encuentra cubierta por mares y océanos, que enormes casquetes de hielo se acumulan en sus polos y que miles de ríos atraviesan sus continentes generando zonas fértiles en las que se instalaron la mayoría de los centros urbanos. 

El consumo doméstico se apoya en el agua superficial, pero son los ríos y arroyos los más vulnerables a la contaminación por su exposición directa a la acción humana. La gestión irresponsable de la actividad productiva, recreativa y el transporte ponen en riesgo y limitan nuestra principal fuente de sustento.

Se calcula que el 65% del agua se destina a la agricultura, el 25% a la industria, y tan solo el 10% al consumo doméstico, por lo que es evidente que la respuesta óptima a un escenario de escasez tiene que ser multisectorial y requiere del compromiso de muchos actores.

Como individuos podemos colaborar al cuidado del agua a través del cepillado de dientes: el lavado promedio demora aproximadamente un minuto, si se realiza cerrando el grifo se consumen 0,5 litros de agua en contraposición a los 5 litros que se desperdician solo por no cerrar una canilla. Suponiendo dos lavados por día, la diferencia entre un escenario y otro es de 3.300 litros de agua por persona por año para conseguir el mismo resultado en lo que respecta a higiene bucal. 

Esta cantidad de agua podría parecer poco significativa para los volúmenes que requieren otro tipo de actividades, pero desde el punto de vista operativo con un esfuerzo mínimo se puede ahorrar lo equivalente a 412 descargas de inodoro, 32 baños con ducha o lo necesario para lavar 95 veces los platos.

Cada lavado de dientes que se realiza sin este pequeño cambio de conducta devuelve a la cañería el agua potable que necesitan consumir dos personas por día para sobrevivir.

El agua es mucho más valiosa de lo que pensamos porque no solo sirve para beber y lavarnos, es imprescindible para fabricar todo lo que nos rodea.

Actualmente nos encontramos en un escenario complejo en lo que respecta a su disponibilidad, y la tendencia indica que de no mediar un cambio significativo nos enfrentaremos a un desafío mayor.

Afortunadamente todos los días tenemos la opción de modificar nuestra conducta, minimizar nuestros impactos ambientales y preparar las condiciones para cambios más profundos.

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